Sin pensarlo llamamos a Viajes Freya, esta frase es la síntesis de esta opinión.
Verano de 2019, se acercan las vacaciones y empezamos a pensar dónde queremos ir en octubre.
Para disfrutar de unos días de descanso y que podamos disfrutar de nuestro hobby, el buceo.
Después de darle vueltas, encontramos una isla llamada Bonaire, dónde nos llama la atención el estilo de “inmersiones”.
Y sin pensarlo llamamos a Viajes Freya, para dar la lata a Bea.
Para que nos organizara el viaje ya que por motivos de trabajo no tenemos mucho tiempo de mirar con detalle.
Volamos con KLM (única compañía que llega desde Europa vía Ámsterdam).
Como la asignación de las compañías aéreas es aleatoria, nos tocó separados.
Afortunadamente, la sobrecargo consiguió que fuéramos juntos hasta Aruba y de allí enlace directo a Bonaire.
Os cuento que Bonaire es una isla en el Caribe frente a la costa de Venezuela perteneciente a las Antillas Holandesas.
De ahí que en la isla hay muchísimo holandés y alemán (curioso porque no parece Caribe salvo por el clima estupendo).
Llegamos al apartamento que Bea nos ofreció y que nosotros habíamos elegido.
Era bonito y decorado con mucho gusto, tal y como anunciaba booking.
Pero no resultó ser muy cómodo por tener una estancia abierta en el salón y cocina.
El primer día visitamos parte de la Isla en la Pickup que Bea nos reservó (necesario para practicar el submarinismo por tu cuenta).
La isla es pequeña, al igual que las carreteras que la recorren.
No es muy bonita, sólo te encuentras cabras y burros sueltos por la carretera (están protegidos).
Según nos contaron son la misma especie que dejaron los españoles cuando pasaron por allí en 1499.
El paisaje no es destacable, pero sí sus atardeceres y sobre todo sus fondos marinos.
Pero por fin nos pusimos manos a la obra con nuestro propósito de viaje, bucear.
Fuimos al centro de buceo (también reservado por viajes Freya) y cogimos las botellas de aire, las cargamos a la pickup y fuimos en busca de los puntos de buceo.
Elegimos uno, buscamos la entrada y dejamos el auto junto a otros al borde del mar.
Hicimos las maniobras que se estilan allí: dejar las ventanillas del coche abiertas, equiparnos para bucear y al agua.
Al principio, era extraño estar en el mar los dos solos, sin guía y sin más buceadores.
Afortunadamente, Guillermo se orienta muy bien (al final, yo también conseguí hacerlo).
Ya que debes entrar y salir por el mismo sitio o te podrías hacer daño al mover las aletas hasta llegar al auto.
Resultó que lo que habíamos leído sobre el buceo, era verdad.
Es un paraíso para los buceadores, ya que, a pesar de ser Caribe, toda la isla es reserva marina y no se permite pescar ni el calado de barcos.
Lo que hace que los fondos estén estupendos, además de la cálida temperatura del agua y visibilidad de hasta 30 m.
Así que resultó ser una experiencia muy agradable.
Gracias Bea porque conseguiste llevarnos hasta allí.
Gracias por la paciencia que siempre tienes con nosotros aun poniéndotelo difícil como en esta ocasión.
A los que os guste el buceo es un destino muy recomendable.
Si te gusta el buceo contactamos somos tu agencia de viajes.